MARIQUITA APARECE AHOGADA EN UNA CESTA


MARIQUITA APARECE AHOGADA EN UNA CESTA
(1991)


FICHA TÉCNICA:

Mariquita aparece ahogada en una cesta ha sido galardonada con los siguientes premios:


- Primer Premio “Marqués de Bradomín” 1992 del Ministerio de Asuntos Sociales.
- Primer Premio de Teatro "Ciudad de San Sebastián" 1993. Premios Literarios Kutxa. (Anulado por la organización al coincidir el fallo con el anterior)
- Mención Honorífica en el Premio Nacional de Teatro “Calderón de la Barca” 1991.
- Cinquina del Premio Colosseo D´Oro de Roma del 2000.
- Premio Speciale "Il Convivio" de Teatro "Angelo Musco" 2004. Accademia "Il Convivio" di Castiglione di Sicilia. (Italia)



Género: Tragicomedia.

Idiomas disponibles: Castellano, italiano, inglés.

Edición:

1ª Ed: Madrid, Ministerio de Asuntos Sociales, 1993.
2ª Ed: Sevilla, Centro Andaluz de Teatro,1996.

Estreno:

Compañía Profetas de Mueble Bar. Las Palmas de Gran Canaria, 2002.

Duración aproximada: 120 minutos.

Personajes Principales: 5 hombres, 4 mujeres.

Argumento:

Tras ser abandonada por su marido, Mariquita Vargas se hunde en una profunda depresión. Sin recursos, sin cariño y desesperada, decide prostituirse, con tan mala suerte que se ve envuelta en un altercado y unos marineros acaban lanzándola al mar junto con una cesta de ropa sucia como único salvavidas. Obviamente se ahoga, pero la Virgen María aparece milagrosamente y la resucita por un periodo de tres días con la condición de que perdone a sus agresores, a su marido y a todas las personas de su entorno que jamás hicieron nada por ayudarla. Tras el prodigio, la Virgen retorna al Cielo acompañada de su cohorte de angelitos y abandona el cadáver de Mariquita en su propia casa. Es entonces cuando la mujer se despierta sin recordar nada de lo que ha pasado y comienza la que, sin duda, será la más surrealista, divertida y, a la vez, más trágica expiación de su recién estrenada vida...

 
 
 
 
MARIQUITA APARECE AHOGADA
EN UNA CESTA
(FRAGMENTO)

ACTO PRIMERO

MARIQUITA...

Noche de octubre lunar sobre un muelle industrial del sur. El agua se refleja sobre la proa del carguero “Al -Iskandarîyah”. Amarras, norays, bidones y otros enseres propios de un puerto, algo deprimente pero hermoso. Música enigmática. Se divisa el resplandor de un faro cercano y se oyen, de fondo, el chapoteo de un mar de plástico y una emisora lejana de radio magrebí.

Unos MARINEROS árabes reposan charlando sobre unas redes. Sobreimpresionadas en el casco del buque aparecen mientras tanto los títulos de crédito de lo que también podría ser el principio de una película de suspense. Por un lateral entra la grotesca figura de MARIQUITA, mujer cuarentona, pelo corto, vestida con prendas estrechas y descoloridas por el paso del tiempo. Su aspecto es sobrecogedor a la vez que divertido. Está excesivamente maquillada. En su cara hay necesidad, miedo, y desesperación. Los marineros, que advierten su presencia, comienzan a bromear. Mariquita limpia su cara y sube insinuante su falda. Es obvio que ella no es una “profesional”. Más bien es otra la historia que la impulsa a entregarse. Uno de los marineros se incorpora y se sitúa frente a ella, provocativo, mientras el resto de sus compañeros observan, entre bromas, el ritual de apareamiento. Mariquita se le acerca, temblando. El marinero comienza a magrearse el paquete, luego coge la mano de Mariquita -que, en un principio, se muestra recelosa pero que acaba cediendo- y la arrastra hacia su miembro, obligándola a acariciarle. Mariquita, como queriendo acabar pronto, desabrocha la bragueta del marinero y, con la mano dentro del pantalón, comienza a masturbarle. El chico se estremece ante un inminente orgasmo que evita deteniendo la mano de la mujer. Agarra con fuerza a Mariquita y la arrastra hacia el barco. La música ha subido de volumen y recuerda algún ritmo étnico arábigo. Se enciende un ojo de buey. Mientras, los marineros que quedan en tierra, se incorporan y, entre bromas, suben también al barco. Al cabo de unos segundos de inquietante silencio se oyen los gritos de Mariquita…



MARIQUITA
¡Ay!. ¿Qué haséi, tíos?. ¡No, no!. (Risas y golpes). ¡De uno en uno!. ¡Con los tres no!. ¡Dejarme en pa, cabrone!. ¡Fuera de aquí!. ¡Socorro!. (Voces en árabe de recriminación). ¡Y una mierda!. ¡Que no tío, que no te la mamo!. (Más gritos y golpes. Mariquita con la boca llena). ¡Ay, soltarme!. ¡Por la boca no, por Dio!. ¡Por la boca no!. (Se oye un desgarrador grito árabe). ¡Socorroooooo!. (Dos de los marineros salen abrochándose los pantalones, dando empujones a Mariquita hacia la cubierta. Uno de ellos se duele en sus partes y aparece con las manos ensangrentadas, al igual que la boca de Mariquita, que está histérica y casi desvestida. Los marineros discuten entre ellos: en árabe, naturalmente. El herido, furioso, la abofetea y, ayudado por el segundo, la arrojan al agua. Mariquita grita. Tras la caída y el salpicón de agua, sólo se oyen sus gritos de ahogo y sus chapoteos). ¡Socorro!. (Traga agua). ¡Por Dio, que no sé nadá!. (Traga agua) ¡Por lo que más querái, sacarme de aquí!… ¡Por favooooo!.. (Glubs…).

Los marineros ríen, salvo uno de ellos, el tercero, que se muestra nervioso y asustado e increpa a sus compañeros a que dejen las bromas y salven a la mujer. Ante la pasividad de éstos y los cada vez más débiles grititos de Mariquita, agarra un salvavidas y hace intento de lanzarlo. El marinero herido lo impide y derriba a su compañero. A su vez, agarra una gran cesta llena de ropa sucia y la lanza al mar. Continúan las risas. El tercer marinero lloriquea. Un silencio sepulcral invade repentinamente el ambiente. Cesan las risas. Los marineros miran al agua, que vuelve a sonar con monotonía. A lo lejos truena la sirena de un barco. Se miran asustados y, llenos de miedo, retroceden al interior del carguero. El tercer marinero, coge el bolso y la documentación de Mariquita, pero el herido se los arrebata y los lanza hacia el agua, sin darse cuenta de que sus enseres vuelven a quedar sobre el borde del muelle. El tercer marinero los recoge, pero los demás le obligan a callarse en plena bronca.
Por un instante se detiene el tiempo. Silba un extraño viento color fucsia. Música celestial. El cielo, nocturno y azulado, cambia de color. De las Alturas descienden unos ANGELITOS que parecen figurillas de escayola recién pintadas. Tras ellos aparece la VIRGEN, una figura barroquísima, cargada de abalorios y una reluciente y gran corona. Al tomar tierra, cansada por el peso de sus joyas, se sienta exhausta sobre uno de los norays, quitándose la corona y secándose el sudor con un pañuelo. Los Angelitos la observan. Ella se detiene y los recrimina.

VIRGEN
(Despótica). ¿Qué miráis?. ¡Pero bueno!. ¿A qué estáis esperando?. ¡Venga!. ¡Vamos, sacadla que se va a arrugar como un garbanzo!.(Los Angelitos, aterrorizados, se instalan sus gafas de buzo, sus aletas y obedecen la orden, lanzándose al agua). ¡Cuánto incompetente, madre mía!. (Con una repentina muestra de desagrado). ¡Qué peste!. (Saca de su traje un pulverizador y rocía el aire). Ya me estoy cansando de todo ésto. (Para ella, ríe con malicia). Cualquier día de éstos, me echo a la calle y…¡hala!, adiós virgo y adiós a los milagros. Que no hay quien aguante esta marcha todos los días…(Los angelitos salen chorreando del agua, arrastrando con dificultad la gran cesta de la que únicamente sobresalen los pies de Mariquita, ya difunta. La Virgen se pone mientras la corona. Los angelitos llevan la cesta ante la Virgen, ésta se acerca con asco y desidia). ¿Está bien muerta?.(Un angelito asiente). Bueno, pues venga… ¡A trabajar!.

Los angelitos comienzan a cambiar el decorado. Progresivamente va desapareciendo todo rastro del muelle y apareciendo el interior de una casa modesta, mezcla de los años 40 y 70. Una radio puesta, un televisor, revistas pornográficas esparcidas por la mesa, floreros de plástico, lámparas de colorines y, casi como flotando en el espacio, algunas fotos antiguas y varios cuadros en serie comprados en mercadillos o ferias. En un lateral hay un gran cuadro de la Virgen, en actitud de éxtasis que, evidentemente, representa a la misma actriz que la interpreta. A su pie, algunos angelitos de escayola, un costurero, un canario disecado sobre una rama y demás objetos de adoración familiar. Este rincón aparecerá sutilmente iluminado con una luz especial. En algún lugar hay un telar con labor de hilo por terminar y un par de grandes espejos de salón. Sobre un “magnífico” sofá de flecos dorados reposa la guía telefónica, y junto a él, una mesita con el teléfono y una foto de Mariquita con su marido Juan. Mientras se produce el cambio se desarrolla la siguiente escena. De fondo, puede sonar un bolero o una copla con una letra significativa.


VIRGEN.
(Acercándose a Mariquita). ¡Hija de mi vida cómo te han dejado!. En fin… (Mira el reloj). No tengo tiempo para preámbulos y parafernalias, así que… ¡¡Hete aquí el milagro!!… (Música grandilocuente. Rayos y relámpagos. Instantes después los pies de Mariquita comienzan a moverse. La Virgen, cansada, se sienta sobre un noray justo en el momento en que un Angelito lo iba a sustituir por una silla del mobiliario. El Angelito la incordia para que se levante. La Virgen obedece de mala gana. Tocándose la corona). ¡Estoy hasta la coronilla de angelitos!. (Observa a Mariquita que mueve insistentemente los pies). ¡Y bueno!. ¿A qué esperas, guapa?  (La cesta se tambalea. La Virgen aprovecha un momento de distracción de los angelitos para dar una virginal patada a la cesta que se desploma hacia el suelo. Ante la propia imposibilidad de salir de Mariquita, la Virgen la ayuda a desatascarse de la cesta que la aprisiona. Por fin, totalmente empapada y descompuesta, Mariquita sale de la cesta, vomita un poco y mancha sin querer a la Virgen). ¡Aaaaahgrhhh!. ¡Desgraciada!. ¿Qué has hecho?. ¿Tú sabes lo que cuesta un modelito de éstos?. (Saca un paquete de cleeneex y se limpia insistentemente la mancha). ¡Qué asco!. Bueno, ya estoy harta, ¿eh?. Así que ahora… ¡Levántate y anda!. ¡¡Venga!!.

 (Mariquita, totalmente zombi, obedece). Así, como las niñas buenas…y, ahora, siéntate. (Como no lo hace, la Virgen la empuja y cae sentada en el sofá. Le pasa la mano por delante de los ojos, pero Mariquita continúa absorta). ¡Nada, ésta todavía está en babia!. (Grita). ¡Niñooooo!. (Un angelito viene). Trae unas toallas y un poco de bicarbonato para ésta, a ver si eructa y se despabila… ¡Ah!, y hazme de camino una tortillita francesa, que con tanto milagro no he podido ni tapear algo. (El Angelito marcha a cumplir la orden raudo y veloz). ¡Hay que ver como me ha puesto esta guarra el…(Suena el teléfono. La Virgen, desconcertada, decide cogerlo). ¿Sin-pecado-concebida-digamé?

 ¿Qué?. ¿Qué dice?. Espere un momento, por favor, que me quite la corona que no le oigo bien… Ahora, ¡Uf, qué alivio!. Ya está…. Sí, ya le oigo… ¿La policía?. Ah, ya… pero ella ahora mismo no está aquí. (Mirando a Mariquita, redicha). No lo sé. ¿Yo?. Pues, una amiga. (Descubre a un angelito que se para, impertinente, frente a ella. La Virgen le observa con odio). Sí,…una amiga misionera . (Tapa el auricular). ¡Fuera de aquí!. ¿Y mi tortilla?. (Vuelve al teléfono).¿Y para qué quiere saber mi nombre?. Siendo así, soy… Sor, Sor… ¡Sor Bette Davis!…¿Qué?. No, no es de broma, oiga… (Entra el angelito con las toallas, el bicarbonato y la tortilla. Mariquita lo mira todo sin reaccionar. La Virgen lo agarra todo con enfado). ¡Traeme Ketchup!. No, no era a usted, señor subinspector, perdone…¿Que va a venir?. ¿Qué dice de un moro llorando?. (Hace una mueca de cansancio). Sí, que sí… Mire, es que se me va a enfriar la tortilla, así que… ¿Cómo?. ¿Qué?. Verá, es que…sí, pe…¡Paso!. (Cuelga de golpe). ¡Por todos los santos mártires, qué conversación tan estúpida!. (Le ha dado mientras el bicarbonato a Mariquita, que comienza a reaccionar). Toma, sécate. (La Virgen se sienta a comer. Ambas mujeres se miran. La Virgen le riñe, incluso con la boca llena). ¡Anda, anda, que Dios te lo manda!.

Mariquita abre y cierra los ojos. Observa, perpleja, todo a su alrededor y, extasiada, a la Virgen que le saluda y come al mismo tiempo como una fiera. La observa más detenidamente y luego la compara con la del cuadro. No da crédito. Luego se arrodilla ante la Virgen, que no deja de comer.

MARIQUITA
¡Ay, Virgensita!. (Eructa). ¡Virgensita de mi arma!.

VIRGEN
¡Ya era hora!. Las he visto más rápidas, ¿eh?.

MARIQUITA
(Débil). ¡Unos moro!. ¡Unos moro que man tirao del barco! Y… y… ¿Aónde estoy, mare mía?. (Reconoce su casa). ¡En el infierno, míralo!. ¡Por mala!. ¡Si yo lo sabía!. (Llora). ¿Y quiéne me iba a desí a mí que el infierno iba a sé iguá que mi casa!. (Aterrorizada). ¡Ay, Dios mío, noooo!. (Suplicante, a la Virgen). ¡Castigarme de otra forma, pero metía pa siempre en el mismo infierno no, por favo!.

VIRGEN
¡Ay, calla, no seas pesada!. Si no estás en el infierno, mona, estás en tu casa…

MARIQUITA
(Desconcertada). Pero… ¿Y los moro?. ¿Y el barco?.

VIRGEN
¡Todo tramoya que quita y pon!. ¡Comodísima!.

MARIQUITA
Espera, espera… ¿Me estaré vorviendo loca, mare mía?.





Aparece un angelito con el ketchup, se lo da a la Virgen.

VIRGEN
¿Ahora me lo traes?. Pues ahora, como no me lo beba a morro… ¿Ya habéis terminado?. (El ángel asiente). Bueno, pues esperadme todos abajo sentaditos que ahora voy yo.

MARIQUITA
(Por el ángel).¿Y ese?.

VIRGEN
¿Eso?. Un angelito del cielo, hija.

MARIQUITA
(Cogiendo la foto de ella con su marido, reconociendo sus cosas, se levanta con torpeza). Oiga… ¿Esto qué e?. De cachondeo, ¿no?. No será un programa pa la tele, ¿verda?. Vamo a ve… ¿Usté quién e?. ¿Qué está hasiendo en mi casa?. (Asustada, mira hacia todos lados).

VIRGEN
(Poniéndose la corona). Creo que resulta evidente, ¿no?. ¡Soy la Virgen!.

MARIQUITA
(Incrédula). Ya. (El retrato de la Virgen se ilumina con fuerza).

VIRGEN
Cálmate, Mariquita. (Mariquita se detiene frente al retrato de la Virgen, la compara, desquiciada). ¡Soy yo!. La misma a la que le has pedido tantas veces que te ayude, que mira que eres pesada, ¿eh?. He venido a salvarte, a darte una oportunidad.

MARIQUITA
(Todavía asustada). Sí, claro… Lo único que me fartaba a mí.

VIRGEN
No seas blasfema. ¡Soy yo!. Si lo llego a saber, paso de tanta ostentación y vengo un poco más cómoda.

MARIQUITA
(Confundida). Esto no pue está pasando…

VIRGEN
¡Que sí, Mariquita!. (Adopta la misma actitud del cuadro). Me conservo bien, ¿eh?. ¿Cuántas veces has pedido un milagro?. Y hoy, mira tú por donde, se ha cumplido tu deseo.

MARIQUITA
(Santigüándose). ¡Por Dio, qué cosa más grande!.

VIRGEN
(Se incorpora, todavía masticando y sacudiéndose las migas). A ver si me entiendes ahora. Vamos a ver… ¿quién eres?.

MARIQUITA
¿Yo?. (Acomplejada). Pues… no sé…

VIRGEN
¡Hija!. ¿No sabes tu nombre?.

MARIQUITA
Bueno, sí… María del Carmen Vargas Hortelano.

















VIRGEN
Para abreviar, Mariquita Vargas. (Mariquita asiente). Tienes 42 años, estás en el paro y hace un mes que Juan, tu marido, te abandonó después de 20 años de mentiras y de un matrimonio que hacía tanta agua que, ya ves, has terminado ahogándote… (Mariquita va encogiéndose cada vez más). Tienes una hija que no te llama nunca y una situación económica lamentable. Todo eso junto, qué significa, ¿eh?. (Mariquita no puede ni hablar). ¡Insatisfacción!. ¡Vacío!. (Mari asiente). No tienes ni ilusión ni ganas de vivir. (Hiriente). ¿Alguna vez disfrutaste en la cama?. (Mariquita trata de recordar, inútilmente). ¿Lo ves?. Claro, y tú, desesperada, resulta que te echas a la calle y…¡hala!… a mendigar cariño por los muelles.. (Riñéndola). Eso se hace, ¿eh?. Y ahora viene el final, que es donde yo entro en acción… He venido para resucitarte, para darte una última oportunidad. No para que te vengues, sino para que perdones. Para que entres en la eternidad con el corazón henchido de amor. ¡En pié!. (Mariquita, como una colegiala, obedece). ¡De rodillas!. (Maternal). Querida amiga. Acabó aquí tu camino hacia el Calvario. Esta cesta ha sido tu cruz, tu lecho de muerte en el cieno del muelle. Mariquita, escúchame… ¡Estás muerta!. ¡Apareciste ahogada en una cesta!. (Mariquita parece que va a desmayarse). ¡Te prohibo que te desmayes ahora!. (Mariquita se queda absorta). ¿Te has enterado?. ¿Has comprendido lo que te he dicho?.

MARIQUITA
Yo… no… no sé…

VIRGEN
Pues yo no te lo repito otra vez. Ya te irás despabilando tú solita.

MARIQUITA
¿Entonse?... ¿Estoy muerta?. (Tiembla).

VIRGEN
Pues sí, chica, ¿qué quieres que te diga?. Pero lo que yo pretendo que tengas claro es que tienes tres días para ultimar todo aquello que dejaste pendiente, para comprender a aquéllos que odias y para dejar este mundo, lleno de batallas, en paz. Dentro de tres días, exactamente, resucitarás definitivamente y te vendrás conmigo. Eso sí, ahora cuando me haya ido, no recordarás absolutamente nada de lo que he dicho y estarás como si nada hubiera pasado. ¡Así que ya está!. (Se levanta con pesadez). Bueno, y ahora ¿dónde se habrán ido los eunucos estos?. Lo dicho, dame dos besos y dime adiós, por que me voy. (Hace intento de salir). ¡Huy , qué cabeza la mía!. La policía te va a dar la lata, porque han llamado, ¿sabes?. Resulta que uno de los moros, se conoce que arrepentido, lo ha largado todo y... ¿y yo por qué te cuento todo esto si cuando me vaya no te vas a acordar de nada?. (Amenazadora). A ver como te portas, ¿eh?. ¡Huy!. ¡Hay que ver lo que charlo!. ¡Hala!. (Ríe. Da unas palmaditas, volviéndose). ¡Niñooooos!. ¿Dónde estáis repugnantes querubines?.

MARIQUITA
(En babia ). Pero…

VIRGEN
(Saliendo). Mañana me lo preguntas, ¿vale?. Es que ya no llego… ¡Adiós!.

Mariquita contempla como se marchan la Virgen y los angelitos. Instantes después se desploma sin sentido sobre el sofá. Música celestial. Se enciende el televisor, la radio y un par de lámparas. Suena el teléfono varias veces. Mariquita empieza a reaccionar, dolorida, como si le hubieran dado una paliza. Se incorpora, mareada, pero cuando va a coger el teléfono, deja de sonar. Destrozada, se sienta en el sofá, justo encima de la guía telefónica. Recoge la fotografía de ella con su marido. Primero la abraza con pasión, pero luego la tira con desaire. Se reconforta. No recuerda nada. Llaman a la puerta insistentemente.

MARIQUITA
¿Aónde coño ha dejao yo la guía?. (Empujones a la puerta). ¡Ay, joé, ya va!. (Al levantarse le da un mareo y tira la radio). ¡Oi, por Dió!. (Nuevos empujones a la puerta). ¡He dicho que vaaaaa!.

Al abrir la puerta, entra como un rayo NURIA, sentada sobre una silla de ruedas.

NURIA
¡Menos ma!. (Pícara). Qué estaría tú hasiendo qas tardao tanto…

MARIQUITA
(Atónita, sin cerrar la puerta, contempla a Nuria). ¡A ti qué te importa!. ¿Y qué hase tú aquí?. Ahora estoy mu ocupá, asín que si no te importa… (Pausa. Nuria ni se inmuta. Mariquita acaba dando un portazo). ¡No podía se otra na má que tú!.

NURIA
(Como si no fuese con ella). ¡Ay, cómo lo tiene to!. ¡Y qué mala cara tiene joía!. ¿Está mala?.

MARIQUITA
No. (Cínica). Es la alegría que me da verte to los día.

NURIA
¡Calla, calla!. Vengo muerta. Anda, empújame y dame agua. (Enciende desesperadamente la colilla de un porro). No aguanto má. ¡No soporto está to er día aquí sentá!. (Mariquita va a por el agua. Sale y se la ofrece con desgana). ¡Ay!. ¡Bruta!. ¡Qué basta ere, hija mía…!.

MARIQUITA
¡Venga, suerta!. Tadvierto que no te presto ni una perra, ¿sabe?.

NURIA
¡Que no es eso, mierda!. (Rompe a llorar). Es que man vuerto a robá er borso y… y que tenía aentro sai gramito de coca pa vendé… (Berrea, macarra).

MARIQUITA
(Exagerada, con falsedad). ¡Ay, vaya por Dio!. (Le quita el vaso con brusquedad). ¡Trae, que te lo lleva!. ¿Y tenía aentro el carné y to?. (Nuria asiente gimiendo). Bien, a ve si hay suerte y te detienen de una puñetera ve.

NURIA
No quiero ni pensarlo. Fíjate que pensaba venderle la coca a mi madre pal bar y asín, pagarle lo que le debo a mi hermano er Cheli pa que no me pegue má.

MARIQUITA
(Sentándose otra vez sobre la guía) Po yo también he perdío er borso, asín que ya estamo empatá. Lo he perdío to: el dinero, las direcsione… y no ma acuerdo ni del número de mi madre. Bueno está. ¿Y quién se habrá llevao la guía?.

NURIA
¿Tu guía?. Po me parese haberla visto al entrá.

MARIQUITA
Tú que va a ve ni que va a ve, si llevo toa la mañana buscándola…

NURIA
¿Cómo va a encontrá ná con el desorden que tiene, niña?. ¡Hay que ve la casa!. ¿Y estos charco?. ¡Ay, Mariquita, qué rara está!. Anda, dame un poco má de agua, por favo…

MARIQUITA
¿Agua?. ¡Ya no hay más agua!. Si quiere te bebe la der suelo.

NURIA
(Inmutable). Mari… ¿Tú ta fijao bien la cara de muerta que tiene hoy?. Chiquilla, es que da hasta fatiga mirarte…

MARIQUITA
No cambie de conversación. Ademá, siempre habla la que tenía que está más callá. Hoy no tengo ganas de na, y mucho meno de aguantarte. Bastante tengo yo ya con lo que tengo ensima.

Nuria se pone a ver las revistas pornográficas.

NURIA
(Acomodándose). ¿Ah, sí?. ¿Y qué te pasa a ti, vamo a ve?.

MARIQUITA
(Triste). Na, lo de siempre.

NURIA
(Sin dejar de ver la revista). Ah, pos bueno, venga, cuentamélo… (Se acerca a ella maternal).

MARIQUITA
Po eso, na, que aye por fin, despué de dos semana, me llamó Juan, pero no pa discurparse o pa preguntarme si estoy bien o si ha llamo la niña, no, de eso ná. Me llama pa desirme que le prepare toa sus cosa y que va a vení a llevársela… (Llora). Y que se va pa siempre…

NURIA
Hija, Mari. Ensima de puta, apaleá…

MARIQUITA
(Dolida). ¿Puta?. ¡Tú si que eres puta, niña!. ¿Tú te cree que tú pue vení a mi casa pa beberte mi agua y pa meterte conmigo, desgrasiá?. Po mira, por primera ve en mi vía me echao a la calle como una buscona. (Nuria la mira asombrada). ¡Sí, yo!. Y por poco acabo muerta ajogá en una playa. No me pregunte cómo, porque yo ni siquiera lo sé. Sólo sé que me tiraron al agua y que despué man tenío que sacá y traerme aquí. Yo sí que lo estoy pasando mal, Nuria. No tengo ni un duro pa comé y, lo más increíble, via llamá a mi madre pa pedirle algo prestao y se me orvía hasta el número… y ahora, ahora…¡ahora no sé aónde carajo he puesto la guía, mardito sea mi corasón!. ¡Lárgate, Nuri, que tú y yo ya nos conosemo!.

NURIA
Tranquilísate, Mari. Ensima que me preocupo por ti...

MARIQUITA
¡No me meta más rollo!. Que tú está aquí porque ahora mismo la polisía tiene que está registrándole el bá a tu madre, y torturándola pa que hable y diga aónde está tú.

NURIA
A mí me dá iguá. Mientras torturen a mi madre. Lo que me duele es que piense que te estoy utilisando pa ocultarme de la polisía. Si cree eso, me marcho ahora mismo…

MARIQUITA
Sí, y tal y como lo pienso te lo digo. Asín que…¡vete!.

NURIA
(Se retuerce, duda). Bueno, me via quedá un ratito… no quiero abandonarte en un momento tan difisi como éste… Consuélate conmigo. Al meno tu puede corré y saltá como una mona, pero mírame a mí, asquí sentá hasta que me muera…

MARIQUITA
Por mí, sis quiere, ahora mismito te tiro por la escalera y te ajorro sufrimiento. ¡Menudo chollo tiene tú con el carrito!.

Suena el teléfono. Nuria lo coge rápidamente. Mariquita se lo arrebata, tapando el auricular

MARIQUITA
¡Pero qué hase!. ¡Trae pacá peaso puta, que eso no es tuyo!. (Habla al teléfono, con brusquedad). ¡Diga!. .. Sí… ¿Pa qué?. No mamá…no pasa ná, que sí mamá… (Se le enfurruña el gesto). ¡Eso!. ¡Mira que bonito!…. y yo que me pudra asquí metía, ¿no?. Vale, vale… Por mí, os podei matá mañana mismo en un acsidente de carretera… ¿Que no me ponga asín?. Mira mamá,…¡muérete!. (Cuelga. Nuria la contempla asombrada). Yo no quiero na de nadie. (Se levanta y se marcha a la cocina).

NURIA
(Gritando). ¿Era tu madre?.

MARIQUITA
(Ruido de cacharros. Murmura). Sí.

NURIA
(Registrando por los cajones. Coge todo lo que tenga valor). Po hija, nadie lo diría.

MARIQUITA
(Desde la cocina). A ve cómo te sentaría a ti que te dijeran que se van de viaje pero que tú no puede i porque no cabe en el coche.

NURIA
Bueno, me lo han dicho ya varias vese. Por sierto, le podía habé pedío el dinero, ¿no?.

MARIQUITA
(Volviendo, secándose las manos). También es verdá. ¿Por qué coño no me habré metío la lengua en el culo?.(Se derrumba cansada en el sofá). ¡Estoy jarta ya de tanta historia!. (Se desespera). Está ve la he hecho buena… ¡A vé cómo termino yo ahora el mé!. (Se da cuenta de que está sentada sobre la guía). ¿Esto que é, joé?. (La coge y comienza a reírse, luego a llorar. Nuria totalmente ausente, comienza a liarse un canuto).¿Por qué me abandonaste, Juanillo de mi arma?. (Arranca las páginas de la guía y las tira). ¡Cuánta gente hay en er mundo, Dios mío, y yo qué sola me encuentro!. Asín no se pue viví. ¿Qué daño habré hecho yo a nadie pa que la vía me trate a patá? (Mariquita se arrodilla, llorosa, ante el cuadro de la Virgen). ¡El matrimonio es una mentira, virgensita!. ¡Mira mi Juan!. Primero empesó a vení tarde y, aluego, de vez en cuando, ya dejaba de vení. Hasía más de un año que ya ni me hablaba y, por fin, hase un mé, se dignó a dirigirme la palabra… pa desirme que su vía había sio un erró, y que se iba pa siempre. ¿Y cuále había sio mi erro, sino el de enamorarme?. ¡Y si por lo meno me hubiera dejao por una tía y no por el camarero de una discoteca!.(Pausa. Nuria está fumando. La iluminación es sugerente y el humo forma un ambiente pesado, casi poético). ¡Juanillo!. (Susurrando a la Virgen). A lo mejón él se creía que yo no me daba cuenta. ¿Y qué me importaba a mí que se fuera con otros, si por lo meno, aluego vorvía aunque fuera pa que le lavara la ropa y le jisiera de comé?. Juan… Juan… cada ve que abro la boca tu nombre me se sale sólo, como un suspiro. Juanito, corazón de mis entraña, que sin ti no pueo da ni un pasó má, que me farta el aire, tu aire, Juan, y ya, ni viví tie pa mí sentío. ¿Pa qué?. La niña ya es una mujen, mi familia se lo monta siempre sin contá conmigo. Nadie me necesita. ¡Hasta yo misma me estorbo!. A vese me pregunto que si no sirvo pa ná, ¿pa qué coño he tenío que nasé?, ¿pa sufrí na má?. Virgensita, yo ya sé que tú está mu jarta de que yo te haga la misma pregunta to los día, pero, contéstame ar menos tú…¿Toavía me quea mucho pa morirme?. ¡Ay!.
Ahora, casi me alegro de que me haya llamao Juan, aunque haya sío pa desirme que le prepare sus cosa. ¡Hasía tanto tiempo que no oía su vo!. (Nuria ha comenzado también a llorar. Mariquita se incorpora con la foto matrimonial). Juan…. Juan Demonio… ¡Vuerve aunque sea pa matarme de un dijusto!. ¡Vuerve, mardita sea, que te echo a fartá!. Que desde que te fuiste duermo con la ventana abierta, pa que entre hasta la úrtima gota de lu…vuerve… pa que las noche no se me hagan tan larga…. Juan…. Juan…



Abajo, cartel de la obra llevada a escena por la compañía Carpe Diem Teatro en el año 2009

Se sienta con la foto sobre su vientre y, cabizbaja, deja de soñar. Llaman a la puerta. Mariquita salta a abrir ilusionada, pero enseguida vuelve a desesperarse. Es VALERIA, que entra fantástica y eufórica.

VALERIA
¡Jelooooooou!. (Adopta una postura de vedette). No digáis ni una palabra más. Queridas amigas. ¡Hoy se ha cumplido un sueño!.

NURIA
¿Por fin has follao en público con una negra?.

VALERIA
¡Qué antigua eres!. Eso ya lo hice en mi época “afro”. Lo que ha pasado es que mi libro “Antes que nada, mi chocho”, ¡ha ganado el Premio Internacional de Variedades Vanguardistas!

Mariquita y Nuria se quedan exactamente igual, se miran. Por si acaso, para no parecer unas ignorantes, muestran alegría ante la elegantísima Valeria.

NURIA
¡Oi, qué alegría más grande!. ¿De verdá?.

MARIQUITA
(Sin enterarse). ¿Pero con tu chocho?...

VALERIA
Nooo... Con mi libro “Antes que nada, mi chocho”

NURIA
(Hipócrita). ¡Uh!. ¡Fantástico, fantástico!. ¡Viva la Valeria!. Invitano a una rayita pa selebrarlo, ¿no?.

VALERIA
(Renuente). De rayitas nada, y mucho menos en público. Y, a partir de ahora, nada de Valeria. ¡Llamadme simplemente “Valerie”!.

Las tres mujeres van distribuyéndose libremente por la escena.




MARIQUITA
Bueno, po cuenta hija… ¿Cómo ha sío eso, que nos tiene a las do intrigá?.

VALERIA
Pues eso, un Premio Internacional de las Artes, pero vosotras no podéis entenderlo…¡Ay!. ¡Estoy tan nerviosa!. Me acabo de enterar y vengo de pasarme por todos los periódicos y la radio para que lo difundan. (Delira). Ya estoy viendo mi nombre en los luminosos y, a mí, rechazando entrevistas, haciendo cine y ganando dinero como una loca…

MARIQUITA Y NURIA
¡¿Dinero?!.

VALERIA
(Arrepentida, se agarra el bolso). Eee.. sí.. claro. Pero sólo los doce millones del premio, sin contar, por supuesto, los derechos de autor, las galas…

MARIQUITA
(Repentinamente amabilísima). Pero, ¿no te sientas Valerie?.

VALERIA
Bueno, sí, pero sólo un ratito. (Se sienta). ¡Ay, Mariquita, querida!. ¿Puedes darme un poco de agua, por favor?. Estoy sedienta…¡Hasta palpitaciones tengo!.

MARIQUITA
(Excesivamente servicial). ¡¿Agua?!. Mujé, claro, pa una famosa tengo yo to el agua que me pía…

NURIA
¡Tráeme a mí también!.

MARIQUITA
¡Pa ti no hay na!. (Se va por el agua).

NURIA
¡Es una cascarúa!. Po, fíjate, que me alegro mucho de lo tuyo. Si ya sabía yo que tú llegaría lejo. (Falsa). ¡Vamo!. ¡Si se ma puesto la carne de gallina cuando me lo has dicho!… Incluso me parese que a mí también man entrao parpitasione de esa…

MARIQUITA
(Entra con el agua. Desagradable con Nuria). ¡A ti lo que te parpita es er coño, interesá!. (Toda amabilidad). Toma, guapa, si quiere má no tiene na má que pedí por esa boquita…

NURIA
(Intentando superar a Mariquita en halagos). Ayé mismo le estaba disiendo yo a mi madre lo maravillosa que tú era y la suerte que tenía de tené una amiga como tú.

VALERIA
(Divina). ¡Ay, gracias, Nuri!.¡ Dale a tu madre miles de besos porque es fantástica y no la veo hace años!. Aunque, la verdad, es que no sé si la conozco… (Risas).

MARIQUITA
(Mira con asco a Nuria. A Valeria, con dulzura). ¿No quiere má agua, ni otra cosita?.

VALERIA
No, gracias Mariqui. ¡Eres tan buena tú también!. Por cierto, qué estropeada tienes la cara. Chica, tienes que hacerte algo, pareces hepatítica…

MARIQUITA
Sí, mu buena no estoy. ¿Pa qué te via contá?. Tengo una congoja, y unos dolore en la boca del estómago que no pueo ni respirá casi …(Valeria la atiende con desgana, falsamente, sin oirla)…. Y ya ve cómo está to, como que no tengo ni fuerza ni pa...

VALERIA
(Cortando definitivamente la conversación de la que no ha oído nada). ¡Pues yo estoy contentísima con esto del premio!.

Mariquita se queda desangelada, imbécil. Nuria, interesadisima, le ofrece a Valeria un cigarro. Mariquita la mira con odio.

VALERIA
Y os quiero hacer partícipes de mi alegría. (Confidencial). Oídme. ¿Os acordáis de aquella casa antigua que da a la playa de Fuentebravía?. (Las dos asienten).



 ¡Pues me la voy a comprar!. ¿No es de lo más increíble?. Y claro, yo, que soy así de magnánima, pues he pensado en vosotras para que me ayudéis en eso de arreglarla y demás. Tú no, claro, Nuria. En tu situación… (Nuria se pone tránsida). Pero tú, Mari, y tu hija… Os contrataré como doncellas, ¿qué te parece?.

MARIQUITA
Yo es que no ma enterao mu bien. (Mariquita mira a Nuria que está a punto de reventar de envidia). ¿Tú ha querío desí argo asín como trabajá de criada pa ti?.

VALERIA
Bueno, no es eso exactamente, aunque claro, si lo miras así, pues sí, es eso… pero yo..

MARIQUITA
(Peleona). Te lo agradesco en el arma, pero lo que tú quiere es una esclava a la que martratá, que ya nos conocemo. ¡Asín que búscate a otra pordiosera pa que te haga de fregona!. Pero conmigo y con mi niña no cuente…

Valeria se queda estupefacta. No sabe qué decir.

NURIA
(Que ha estado pensándoselo. Grita). ¡Bueno, po a mi me da igua!. (Suplicante, a Valeria). ¡Yo quiero se tu esclava!.

MARIQUITA
¡Eso!. ¡Qué vergüensa!. ¡Más bajo es imposible caé!.

NURIA
(A Mariquita) No me importa lo que pienses, idiota.(A Valeria). Yo, querida Valerie, necesito dinero. Haría cualquier cosa pa conseguirlo…

VALERIA
No, si eso ya lo sé, pero… (Sonríe). Nuria, en tu situación, sería imposible que… quiero decir que no estaría bien visto que una minusválida drogadicta, en fin, no te molestes, pero pienso que daría que hablar.

NURIA
(Desesperada). ¡No!… (Casi gime). Yo… yo dejaré las drogas (Mari y Valeria se miran y sonríen, incrédulas) y…



... y…además… (Se levanta de la silla de ruedas)….Nunca he estado paralítica, así que eso ya no será un problema…

Mariquita y Valeria se levantan asustadas.

VALERIA
¡Uau!. Pe… pero…pero ¡Nuri!…¡¿Cómo has podido?!…

MARIQUITA
¡Cómo he podío está tan siega, madre mía de mi corasón!.. (Se dirige a ella para golpearla). ¡Hija puta!. ¡Farsa!.

NURIA
(Muy nerviosa). Yo… es que.. yo era pa cobrá la paga… por eso…

MARIQUITA
To era mentira, ¿no?. To era un cuento pa que te tuvieramo lastima y que nos diera pena no prestarte el dinero, ¿no?. Claro… (A Valeria). Y la madre seguro que estaba compinchá con ella…

VALERIA
¡Seguro!. ¡Con razón decía yo que la madre no era de fiar!. ¿A quién iba a salir sino este engendro?. ¡Mamporrera!.

MARIQUITA
(Cada vez más enfurecida). ¿Cómo he podío se tan carajota, Dios mío?. Nooo, si to me lo meresco, por buena. Pero esto no va a quedá asín. ¡Guarra!, ¡puta!, ¡mala!… ¡Te va a comé la silla!. (La persigue).

VALERIA
¿Qué haces, Mari?. ¡Déjalo!. No tiene importancia… (No mueve ni un músculo. Se le ponen ojos de sádica). ¡Mátala, sí!. ¡Déjala inválida de verdad!. (Ríe). ¡Vamos, mátala!.

En ese instante se hace el oscuro.

VOZ OPTATIVA, ANGELICAL Y MARAVILLOSA.
Señoras y señores. Rogamos disculpen esta interrupción. Para evitar herir su sensibilidad y en contra de los depravados deseos del autor, hemos suprimido la exhibición en salas públicas de esta escena. Pero no se desesperen, enseguida les devolvemos la conexión. Gracias.

Puede sonar una musiquilla, puede haber interrupción, pueden pasar unos minutos o no, incluso puede acabarse el Mundo, pero lo que no puede evitarse es que acabe aquí el PRIMER ACTO.



 
Varias instantáneas bastante borrosas del autor mientras escribía
"Mariquita aparece ahogada en una cesta" en su casa de El Puerto de Santa María,
en "Rosa del Mar". 1991.








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