domingo, 4 de marzo de 2012

LA PLENA VIGENCIA DE CAMUS

LA ACERTADA ADAPTACIÓN DE LARRONDO Y LA INTERPRETACIÓN DEL ELENCO DE ACTORES ELEGIDOS POR EL CENTRO ANDALUZ DE TEATRO REAVIVAN EN EL TEATRO MUÑOZ SECA DE EL PUERTO EL MENSAJE UNIVERSAL DEL ESCRITOR FRANCÉS.


Uno de los momentos de la representación teatral de "El estado de sitio"


Si hay algo que no ha perdido actualidad en la obra Estado de Sitio es su mensaje. Fue escrita y estrenada en 1948, como una metáfora del carácter absoluto y despiadado del poder del nazismo y el fascismo, que acababan de ser derrotados en Europa. Albert Camus lanzó sin embargo al final de la obra un aviso a navegantes: pese a su derrota pasajera, la Peste seguía estando ahí y podía regresar en cualquier momento. En la adaptación de Juan García Larrondo el poder de la Peste adquiere unos rasgos más sutiles, pero sigue acechando a una sociedad que renuncia a su libertad atenazada por el miedo. La Peste bien podría identificarse en los tiempos actuales con el Mercado y las normas absurdas e inhumanas que impone al pueblo de Cádiz (metáfora de la Humanidad en su conjunto) serían los sacrificios sin límite que exige a sus súbditos (los ciudadanos) mediante el uso del mismo mecanismo, el miedo: desempleo, ajustes, sinrazón burocrática, alienación general y sumisión del individuo. La obra de Camus cobra plena vigencia en una sociedad atemorizada por la crisis, que parece estar abocada a un Estado de Sitio impuesto por la gélida arbitrariedad del Mercado. 


El texto de Juan García Larrondo, a quien el Centro Andaluz de Teatro (CAT) encargó la adaptación de la obra, conserva los matices sutiles y poéticos que Camus introdujo en el original. Además, Larrondo conoce a la perfección los mecanismos de la tragedia grecolatina, por lo que en su vuelta al escenario sigue mostrando su conexión con el lenguaje y las formas del teatro clásico. En este sentido, la puesta en escena estuvo marcada por una escenografía sobria y opresiva, la introducción del canto coral y por último, los actores entendidos como arquetipos: la Peste, la Muerte, Nada, el Pueblo. Y como elemento redentor frente al miedo, la libertad y el amor, quizás la conexión más directa de la obra teatral con el Bicentenario de la Constitución de 1812, que promulgaba precisamente el valor supremo de la libertad 



Como muestra del tributo que rinde esta adaptación al teatro clásico, en la puesta en escena no se introducen excesivos elementos audiovisuales, y realmente algunos en caso de suprimirse no afectarían al resultado final. El director José Luis Castro ha sabido mantener el ritmo y la intensidad dramática, de tal forma que el espectador queda literalmente pegado a la butaca desde el primer momento de la representación, que se extiende durante dos horas. 



La disposición de los actores del coro en la escena adquiere un gran nivel estético y una gran plasticidad, llegando a pintar auténticos cuadros sobre las tablas. El movimiento de los actores, la iluminación, la música, la escenografía, han adquirido desde el estreno de la obra en Cádiz una mayor sincronización, por lo que el espectáculo crece con cada sesión. La función se cerró con un monólogo de Nada, un papel representado por Antonio Dechent, que sustituye a José Pedro Carrión, y realizó una excelente interpretación. 



Al término de la representación, el público supo premiar el trabajo del escritor García Larrondo, y de toda la compañía, que recibieron los calurosos aplausos del auditorio.


CARLOS BENJUMEDA

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